martes, 29 de septiembre de 2015

Algunas reflexiones


Después de llevar un tiempo por aquí, me gustaría compartir una serie de reflexiones.

Digamos que hay tres tipos de novelas: las autopublicadas, las publicadas a través de una editorial tradicional y las publicadas a través de empresas que te ofrecen un servicio editorial.

1.- Entre las novelas autopublicadas, encontramos a dos tipos de autores: aquellos que priman la calidad por encima de todo y que deciden subcontratar a profesionales para que les ayuden con la maquetación, la corrección y la distribución de su novela; y aquellos otros que deciden hacerlo todo ellos mismos, bien porque contratar los servicios mencionados tiene un coste económico que no siempre es pequeño, o bien porque hay quienes están capacitados para hacerlo todo por ellos mismos.

Cada vez encuentro más casos de los primeros, los que se deciden a pagar por una portada, por una maquetación o por una corrección. En general, me da la sensación de que está aumentando la conciencia de que no se puede publicar cualquier cosa y de que el público demanda cierta calidad. Es cierto que un libro con una portada bonita y con un interior cuidado ayuda a que se venda más y, además, dice mucho del interés que tiene el autor por que su novela esté lo más perfecta posible. ¡Ojo!, tener una portada bonita o una corrección profesional no es sinónimo de éxito. Creo que quien se decide a corregir lo hace porque quiere tener una novela con el mínimo de errores y poder vender su producto con mayor seguridad sobre su calidad. O lo hacen por la satisfacción personal de haber hecho algo lo mejor posible. 

miércoles, 7 de enero de 2015

¿Las escribes juntas o separadas?


Hay palabras que pueden escribirse juntas o separadas. En general, la RAE recomienda la escritura en una sola palabra, pero ambas grafías son aceptadas.

A mí me empieza a resultar bastante raro escribir «en seguida», supongo que por un tema de ahorro a la hora de escribir (últimamente estoy muy ahorradora). 

Hay otras palabras, como «asimismo», «deprisa», «enfrente» o «enhorabuena», que también se pueden escribir separadas: «así mismo», «de prisa», «en frente» y «en hora buena».

Esto no quiere decir que todas las palabras que se pueden escribir juntas o separadas tengan el mismo significado. Por ejemplo, «sobre todo» no es lo mismo que «sobretodo». La primera significa, principalmente, mientras que la segunda es un abrigo o impermeable que se lleva sobre las demás prendas.
  

Pero, volviendo al tipo de palabras que motivan esta entrada, recordemos: la RAE prefiere la grafía en una sola palabra.



jueves, 29 de mayo de 2014

En la mesa / a la mesa


Yo siempre me he sentado en la mesa. En varios libros he descubierto que la gente se sienta a la mesa, y la verdad, me parecía mucho más apropiado sentarse «a la mesa» que «en la mesa», así que llegó un momento en que yo también le pedía a mi familia que se sentara a la mesa.

El otro día, ya por curiosidad, investigué un poco para ver si yo había estado errada toda la vida, pero según el Diccionario Panhispánico de dudas, las dos formas son correctas.

Dice el DPD, que, aunque sentarse en la mesa significa «acomodarse encima de ella», la expresión es equivalente de «sentarse a la mesa», locución fija que significa «sentarse frente a una mesa para comer, negociar, etc.».

jueves, 15 de mayo de 2014

Entorno y en torno


Esto es tan fácil, que hasta me da vergüenza publicarlo. No es un error que encuentre a menudo, las cosas como son; pero sí que lo he visto alguna vez y por eso he pensado traer esta duda al blog.

Entorno (sustantivo) = ambiente, lugar, lo que nos rodea.

Nada podía salir mal en un entorno como el del Sofitel London St. James, hotel de cinco estrellas…

En un primer momento, y quizá sensibilizada en exceso por el entorno y lo emotivo de las circunstancias, había creído ver ante ella a Amelia Compton en persona.

—Aléjate de mí, de mi entorno y de mi vida, ¿me has entendido?


jueves, 8 de mayo de 2014

La coma vocativa


Creo que esta es una de las comas más fáciles de poner, y son muchas, muchísimas, las veces que se ignora en los libros. Quizá la coma es la más rebelde de nuestra amiga la ortografía, pero en este caso, no hay rebelión que valga, la coma debe acompañar desde el principio hasta el final, antes y después, al vocativo.

El vocativo se emplea para llamar o dirigirse a alguien (o algo personificado) de forma explícita:

—Te quiero, Roberto, te amo, pero el único hombre en el que confié antes de conocerte a ti...
—Sí, mujer, a mí la idea me gusta…
—Buenas noches, Roberto, te echo mucho de menos.
—No, mamá, no. Por favor…, mamá, no… No puedes dejarme sola… 


jueves, 1 de mayo de 2014

Puntos suspensivos


Hay un libro que en su día me llamó la atención precisamente porque los puntos suspensivos estaban excelentemente bien puntuados: Melocotón loco, de Megan Maxwell. Sin embargo, la mala puntuación de los puntos suspensivos es un error muy frecuente en los libros.

Después de los puntos suspensivos, pueden pasar tres cosas: que vaya una mayúscula, que vaya una coma, o que vaya una minúscula. En la mayoría de las novelas se omiten las comas detrás de los puntos. 

Entre los puntos suspensivos y la siguiente palabra se debe dejar un espacio (y lo digo porque ya he visto más de un libro donde no hay espacio entre los puntos suspensivos y la siguiente palabra). Además, los puntos suspensivos pueden coincidir con cualquier otro signo de puntuación. Aquí unos unos ejemplos:

—Es…, es un hombre encantador. —Y tocándose la oreja, dijo—: Se…, se llama Rodrigo y trabaja como bombero para la Comunidad de Madrid.
—¿Te molesta si te pregunto algo un tanto íntimo?


jueves, 24 de abril de 2014

Comillas y más comillas


La RAE distingue tres tipos de comillas:

Latinas, españolas o angulares: «latinas»
Inglesas: "inglesas"
Simples: ‘simples’

La Academia recomienda utilizar en primer lugar las comillas latinas:

«¡Me está llamando inmadura!».

«Porque tengo miedo».

Las comillas inglesas se utilizarían para entrecomillar algo dentro de un texto que ya va entre comillas:

Laura preguntó por las intenciones de las hijas y yernos de Miguelito y Lucero, y se enteró de que «los desagradecidos le estaban tomando el gustito al gentío y al bullicio de la "ciudá" y que ya no tenían tantas ganas de marchar "pa’l campo.